lunes, 29 de octubre de 2012

LUNA DE MIEL

Una pareja de recién casados, de unos cincuenta años cada uno, que ya pensaban que no iban a conocer varón o hembra, llega al hotel donde van a pasar su esperada luna de miel. El botones les lleva a la Suite nupcial, en la que se encuentran una cesta de frutas, una caja de bombones y una botella de champagne, vamos, el típico regalo de bienvenida para los novios.

La mujer, dándole 50€, le dice al botones que no quiere que les molesten en, por lo menos, tres o cuatro días. Que con la fruta y demás podrán subsistir.

Pasan tres, cuatro, cinco días y de la habitación solo salen ruidos de muelles, gritos de placer de la mujer, más ruidos de muelles, chapoteo en el jacuzzi, más gritos de la mujer, más ruidos de muelles. Un no parar de sexo, lujuria etc…

Cuando la dirección del hotel ya empezaba a preocuparse porque nadie podría resistir tanto tiempo de sexo sin apenas comer, apareció el matrimonio por el restaurante.

Ella estaba radiante, parecía haber rejuvenecido unos veinte años. Estaba como una flor en primavera. Él sin embargo, tenía unas ojeras que le llegaban al suelo. No andaba, se arrastraba. Era una piltrafa de hombre.

Se sientan en el restaurante y el camarero les pregunta que quieren comer, a lo que ella responde, en plan picarona:

- Mi marido ya sabe lo que me gusta.

Y el marido responde, casi suplicando

-Ya lo sé cariño, pero podíamos comer algo antes, por favor!!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario