Llega la Navidad y con ella llegan las ansiadas (o temidas) cenas de empresa. Esas típicas cenas en las que siempre algún compañero se pasa con la bebida y acaba con la corbata en la cabeza despotricando del jefe con el propio jefe. O esos dos compañeros que se llevan a matar en el día a día, pero que al final de la noche acaban abrazados diciéndose cuanto se quieren. O esa pareja que no se quería antes, ni se querrá después, pero que durante la fiesta parecen dos adolescentes enamorados (a saber que cuentan a sus respectivas parejas al día siguiente).
Pues bien, con esta excusa, voy a ampliar la lista de los Grandes Chistes de la Humanidad. A ver que os parece.
Juan y Pedro vuelven a primera hora de la mañana a casa después de haberse bebido hasta el agua de los floreros en la cena ( y post cena) de navidad de su empresa.
Van paseando porque en el estado en el que van, ningún taxi les recoge y no recuerdan donde dejaron el coche. De repente, a Juan, le entran ganas de mear y se para a hacerlo delante de un convento de clausura.
Cuando está terminando, aparece de improviso una monja que, con cara de sorpresa dice:
- Huy, perdón, ¿qué está haciendo?
Juan, se queda cortado y no sabe que hacer ni decir. La monja, acercándose más y cogiéndole un huevo a Juan le pregunta:
- Disculpe, pero es que llevo casi toda mi vida en este convento y no sé muy bien que es esto que tiene usted aquí abajo.
Juan, cada vez más cortado (se le ha pasado la borrachera del susto) le contesta:
- Pues verá, es una bola que tenemos los hombres...
- Pero que curioso - continua la monja - si aquí tiene otra igual.
Y con la otra mano, coge el otro huevo de Juan.
- Y, ¿para qué sirven?
Juan no sabe donde meterse. La monja continúa:
- Si son dos bolas, supongo que serán para jugar, ¿no? Mire, vamos a jugar a un juego que hacemos en el convento. Yo digo algo y usted lo tiene que repetir, ¿vale?
Dada la situación, Juan solo puede asentir. Y la monja empieza muy despacio:
- Para otra vez...
Juan repite:
- Para otra vez...
Y la monja empieza a mover los huevos de Juan y de repente, como si fuera a romper nueces, empieza a golpear los dos huevos entre sí diciendo:
- ¡¡¡NO DEBO MEAR EN LA TAPIA DEL CONVENTO!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario